En la piel se quedan a vivir muchas emociones. Algunas veces lo hacen en forma de escalofrío, otras de abrazo, de sudor, de arruga, tatuaje o cicatriz. Pero si de algo presume la piel es de su buena memoria para recordarnos si decidimos cuidarla o no.
Laboratorios Trylab trabaja, precisamente, para que la piel no caiga en el olvido del bienestar, la belleza y la salud.
Trylab es un laboratorio de cosméticos de última generación. Posee una amplia experiencia en el desarrollo de productos de cuidado facial y corporal para prestigiosas marcas nacionales e internacionales. Pero en esta ocasión querían hacer algo para sí mismos y no para uno de sus clientes. Es decir, nos plantean crear un naming más identidad que les ayude a dar la cara :), a ser visibles en un sector en el que su posicionamiento pasa, precisamente, por ocultar su rostro detrás del de sus clientes.
Así empezó su reto y el nuestro. Y la primera pregunta que nos hicimos nos puso la piel de gallina… ¿Cómo crear una marca capaz de transmitir belleza, distinción y personalidad sin renunciar a los valores tan consolidados que tienen como laboratorio en cuanto a calidad, ciencia e I+D y sin dejarse eclipsar por tantos clientes a los que han ayudado en su trayectoria profesional?
Crear una marca en la que las emociones también quisieran habitar. Porque si la piel no olvida las caricias que le han dado, nosotros tampoco queríamos olvidar que no hay dos pieles iguales pero que todas merecen tener y dejar huella.
Al mismo tiempo teníamos que encontrar un nombre e identidad que, al igual que la piel, fuese natural y huyera de todo aquello que evoca lo sintético e impersonal. Debíamos transmitir, además, refinamiento, buenas sensaciones a través del olor, exquisitez y experiencia. O dicho de otro modo…Transmitir que la belleza por sí misma no es nada pero sí necesaria, para que al unirla al cuidado personal y a la salud, nos provoque bienestar, felicidad.
Y todo eso es Rosêe… rosa en francés pero sin que recaiga una tilde grave sobre la segunda e, sino un acento circunflejo. Uy ¿y eso? pues porque este tipo de acento es aquel que se utiliza para señalar a una letra que actualmente es muda pero que en el pasado existía. Justo lo que queríamos conseguir con nuestro cliente, darle la palabra para que no continuara en silencio como marca, para que demostrara que con idéntica perfección con la que es capaz de desarrollar proyectos personales y a medida para otros, también podía hacerlo para sí mismo.
Pero Rosêe también es rosa, entendiendo la rosa como la flor, sin duda, más significativa y fácilmente reconocible de todas las flores. Pero una vez más jugamos a cambiar lo aparente. No se trataba de hacer protagonista a la rosa sino a las flores por lo que significan: delicadeza, belleza y naturaleza (salud). Por eso elegimos cuatro tipo de flores para representar a cada una de las etapas de vida la piel, de la persona: flor de almendro (20-30 años), magnolia (30-40), orquídea (40-50) y jazmín (+ de 50 años)
Porque no hay dos pieles iguales, ni dos flores, ni no dos bellezas… Porque el bienestar de una persona para por entender que aquello que necesita, desea y disfruta es auténtico y único, como ella misma.
Esta diferenciación, no sólo nos permitía personalizar los productos por edades de la piel, sino también adaptar la marca a cada uno de los soportes y líneas de cuidado de la marca (facial y corporal)
Mucha belleza estética sí, pero ¿dónde quedaba el posicionamiento de la marca como sinónimo de calidad, innovación y salud? En el base line de la marca. Skincare Biotechnology era justo lo que necesitábamos transmitir… Cuidamos la piel de forma natural pero con ayuda de la ciencia y la tecnología.