Lo sabían: necesitaban algo.
Una dosis de esperanza.
Una razón de ser.
Una oportunidad en mayúsculas.
Necesitaban evitar su inminente destino hacia el olvido demostrando que no tenían nada que ver con esas marcas carentes de alma.
El plan estaba claro: ser recordadas allá donde las vieran.
Tener una personalidad, un nombre al que responder cuando fueran llamadas.
En definitiva: tener un Alma.
#Requisito1: Era vital comenzar a definir una personalidad
Una tenue luz comenzó a brillar dentro de ellas. Esta incandescencia les abrió los ojos, y descubrieron la importancia de saber qué querían transmitir, cómo lo iban a hacer y por qué.
El primer paso estaba dado…
Conscientes de que tenían mucho que contar, las marcas continuaron en la búsqueda de su Alma.
#Requisito2: conectar con sus valores.
Ellos las dotarían de esos intangibles que las convertirían en marcas únicas e inolvidables.
Marcas que cautivaban, inspiraban e impactaban, como todas aquellas que veían y admiraban por tener algo tan etéreo pero tan vital como un ALMA.
Pues, sencillamente, por un último motivo.
Uno que parecían haber olvidado y que era tan importante como el resto.
#Requisito3: la coherencia.
Porque no es lo mismo decirlo que hacerlo. Porque para tener Alma de verdad necesitaban hacer lo que decían ser.
Y de esta manera comenzaron a mostrar una imagen coherente, con valores y personalidad.
Y entonces llegó el momento:
MARCA ENCUENTRA ALMA
La luz que hasta entonces solo parpadeaba en su interior pasó a convertirse en un haz intenso, marcándoles el camino que les conduciría hacia su verdadero destino: ser reconocidas como marcas sobresalientes, épicas, únicas: MARCAS CON ALMA.
O lo que es lo mismo:
MARCAS EQUILÁTERA.